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11 Arrasan como el viento
    y desaparecen.
Pero son profundamente culpables,
    porque hicieron de su propia fuerza un dios».

Segunda queja de Habacuc

12 Oh Señor mi Dios, Santo mío, tú que eres eterno,
    ¡no puede ser que estés planeando acabar con nosotros!
Oh Señor, nuestra Roca, tú has enviado a los babilonios para corregirnos
    y castigarnos por nuestros muchos pecados.
13 Pero tú eres puro y no soportas ver la maldad.
    ¿Serás indiferente ante la traición de ellos?
¿Guardarás silencio mientras los perversos
    se tragan a gente más justa que ellos?

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